La mayoría de las personas que conocemos son luchadoras. Nuestro equipo, nuestros clientes, nuestros amigos… todos nos fijamos objetivos y los alcanzamos. Es increíble lo que la gente puede conseguir cuando decide lo que quiere y hace lo necesario para conseguirlo. Pero, ¿qué se puede conseguir sin hacer nada? La meditación es una forma particular de no hacer nada que puede ayudarte a conseguir muchas cosas.

Hace unas décadas, la meditación se consideraba una práctica “oriental” exótica en “Occidente”. Así que vamos a sumergirnos en la forma de “no hacer nada” del hombre o la mujer pensante y ver lo que hacer nada puede hacer por ti.

Pero, ¿en qué consiste realmente la meditación?

La meditación adopta muchas formas. El budismo pone un gran énfasis en la meditación, ofreciendo diversos métodos de práctica. El hinduismo y las tradiciones de yoga relacionadas también ofrecen una multitud de formas de meditación. Casi todas las formas de meditación comparten algunos componentes básicos. La meditación parte de la premisa de que el “tú” que la mayoría de la gente cree que “es” es una parte observable de ti.

El “tú” puede escuchar el “tú” que piensa. La meditación sugiere que el “tú” que escucha está más cerca del “tú” real que el “tú” que habla. La meditación nos pide que centremos nuestra mente en una cosa, con el objetivo de dejar que todos los demás pensamientos que corren alrededor desaparezcan por un momento. En el proceso de aprender a concentrarnos, aprendemos a observar nuestros pensamientos desapasionadamente mientras surgen y desaparecen.

meditación

La meditación nos ayuda a comprender el origen de nuestros estados emocionales y a reconocer su naturaleza transitoria. Cuando comprendemos el origen de nuestros estados emocionales, podemos elegir más fácilmente dejarlos ir.

La meditación nos ayuda a reconocer a qué estamos apegados. Podemos descubrir que a veces tenemos un apego irracional y sin importancia a los objetos, mientras que a veces no conseguimos conectar con las personas. La sociedad que nos rodea nos bombardea con materialismo despersonalizado para alimentar el motor de la producción y el consumo, así que no es de extrañar que a veces tengamos apegos irracionales.

Al enseñarnos a soltar nuestros pensamientos del pasado y del presente y dejar que nuestra mente se abra a recibir nueva información en el momento, la meditación nos enseña a estar presentes ahora. Cuanto más tiempo pasemos aquí, ahora, realmente con las personas que nos rodean, más tiempo estaremos realmente vivos. 

Estar atentos significa ser más conscientes de lo que nos rodea: lo que podemos ver, oír, tocar y saborear. Y de lo que ocurre en nuestro interior: nuestros pensamientos y sentimientos. Se trata de aprender a observar todo esto, pero sin dejarse atrapar por el pensamiento o la preocupación, para poder elegir a qué atender.

Se ha demostrado que la meditación nos ayuda a estar más sanos, menos afectados por el estrés, más relajados, más creativos, más abiertos al aprendizaje, a dormir mejor, a mejorar nuestras relaciones con los demás y a sentirnos más felices y satisfechos con nuestra vida.

Lo mejor es que es una habilidad que cualquiera puede aprender y beneficiarse de ella. Es muy sencillo, la meditación sólo requiere unos minutos al día. Pero requiere un poco de práctica y puede resultar difícil al principio. Sigue haciéndolo y sentirás los beneficios en muchos ámbitos de tu vida.

La meditación, sin embargo, nos dota de una herramienta que podemos utilizar en cualquier momento para ser más felices al instante. Simplemente, estar aquí y ahora. Cuando vivimos el momento, sin apegos, sin juicios, plenamente conectados y capaces de apreciar, como un niño, lo que es ahora, entonces podemos ser verdaderamente felices.

La meditación puede cambiar permanentemente tu punto de referencia de la felicidad, puede enseñarte a vivir el momento y a disfrutar de lo que es ahora.

Practicar con regularidad

La atención plena consiste en cambiar la forma de pensar. Para ver una mejora sustancial, tienes que dedicar tiempo a desarrollar este enfoque. Intenta dedicar un poco de tiempo a la atención plena cada día.

Utiliza ejercicios de respiración

Respira lenta y profundamente. Concéntrese en su respiración mientras lo hace. Hacer esto durante unos minutos puede ayudarte a calmarte y centrarte.

Concéntrate en tu entorno, en el mismo lugar y a la misma hora

Preste atención al lugar donde se encuentra. Fíjate en lo que ves, oyes, hueles y sientes. Presta atención a los pequeños detalles que normalmente ignoras. Puede ayudarte tener un lugar fijo y una hora más o menos fija para meditar.

Un lugar fijo puede ser cualquier cosa, ya sea un cojín en un rincón de la habitación o un edificio independiente.

Presta atención a tus pensamientos y a tu intención

¿En qué piensas? ¿Qué emociones sientes? Hazte consciente de estos pensamientos y emociones, sin juzgarlos. 

El motivo, o la intención, con la que empiezas a meditar afecta a la energía que tienes que gastar a largo plazo. 

Concéntrate en tus acciones

Es fácil pasar la mayor parte del día con el piloto automático. En cambio, oblígate a prestar atención a las cosas que estás haciendo. Evita las distracciones mientras prestas toda tu atención a tu tarea actual.