¿Por qué hay menos deseo de sexo durante el matrimonio?
¿Hay una verdad detrás de la frase de que el matrimonio es la tumba del sexo?
¿Hay una verdad detrás de la frase de que el matrimonio es la tumba del sexo?
Durante el matrimonio, se espera (y es normal) una disminución de la frecuencia de las relaciones sexuales, como es normal en toda relación a largo plazo. Piensa en esos días hambrientos y lujuriosos de tu primera relación. El sexo no sólo era bueno, sino que era delicioso, y tu plato nunca estaba vacío. Para los que tienen una relación a largo plazo o están casados, la diferencia entre su vida sexual de entonces y la de ahora puede parecer muy marcada.
Incluso puede hacer que te preguntes si tu matrimonio está condenado en última instancia. Puede parecer que no hay vida después del matrimonio. El matrimonio no es más que la tumba de un romance salvaje. Y puede estar convencido de que el sexo después del matrimonio es tan improbable como la vida después de la muerte. El problema después del matrimonio no es la dieta, el estrés o el sueño. El problema es la anidación. La domesticidad destruye el deseo.
No se pone un pavo real en una pecera. No se pone a un león en una jaula. Los seres humanos, como los pandas, no pueden aparearse en cautividad. Sin duda, lo que mantiene vivo el sexo no es una erección insaciable, sino el romance. Demasiada accesibilidad en el sexo conduce a una pérdida de estilo. El cortejo, con su aderezo de frustración, es la forma de afrontarlo. Es para el matrimonio un prólogo muy ingenioso para una obra muy aburrida.
La pérdida de la libido o la inhibición del deseo sexual estresan un matrimonio más que cualquier otra disfunción sexual. Intentemos averiguar por qué ocurre y cómo se puede solucionar.
La pérdida de libido no suele producirse de forma repentina, no es como un resfriado en el que uno se levanta una mañana y, vaya, ahí está. Puede ser un proceso gradual. Aunque es difícil de definir con precisión, los expertos lo miden como una falta de interés en el sexo durante varios meses del último año.
La frecuencia de la actividad sexual no es la mejor medida del interés sexual, ya que hay muchas circunstancias que pueden interponerse en un encuentro, aunque el deseo esté ahí. Pero si tiene una relación comprometida y mantiene relaciones sexuales con menos frecuencia de la habitual, aproximadamente una vez a la semana, podría preguntarse si está contento con las cosas tal y como están.
En las relaciones de larga duración, uno de los miembros de la pareja deseará sistemáticamente más sexo que el otro, lo que puede crear una tensión y una frustración considerables para ambos. Los estudios han demostrado que los miembros de la pareja que difieren significativamente en su nivel de deseo sexual presentan niveles más bajos de satisfacción sexual y de la relación en comparación con aquellos cuya libido está más igualada. Esto se conoce como el efecto de desajuste. Esto significa que las parejas son más felices cuando son similares entre sí en un amplio espectro de valores, incluyendo rasgos de personalidad, preferencias personales y satisfacción sexual.
Hoy en día, las diferencias de deseo son una de las principales razones por las que las parejas consultan a los terapeutas sexuales. Un terapeuta suele preguntar: “¿Quién controla el sexo en tu relación?”. Cada miembro de la pareja señala al otro, y ambos se sorprenden al descubrir que la otra parte cree tener el control cuando cada uno de ellos se siente impotente. El que tiene la libido más alta se siente destripado por cada “no” cruel, mientras que el que tiene la libido más baja se siente emocionalmente maltratado por rechazar constantemente los avances.
Afortunadamente, las diferencias de deseo pueden resolverse. El primer paso para conseguirlo es entender lo que realmente quieres. ¿Es el sexo? ¿O es algo más, como más diversión juntos, afecto no sexual o una prueba del amor de su pareja? A pesar de las diferencias de deseo, las parejas suelen sentirse más unidas cuando se abrazan más, asisten a eventos sociales juntos y se tratan con compasión. En segundo lugar, puedes intentar encontrar un compromiso.
Si uno de los miembros de la pareja quiere tener sexo dos veces a la semana y el otro se conforma con una vez al mes, su media sería de cuatro o cinco veces al mes. Pero los promedios no importan. El reto es encontrar una frecuencia con la que ambos puedan vivir. Otro consejo útil es programar las citas sexuales, ya que tranquilizan al miembro de la pareja con mayor deseo de hacer el amor y al miembro de la pareja con menor deseo de hacer el amor sólo cuando está programado. En el momento en que una pareja programa las citas sexuales, las tensiones de su relación disminuyen.
El afecto no sexual es fundamental en cualquier matrimonio. Las parejas que resuelven sus diferencias de deseo a menudo se maravillan de lo mucho que han echado de menos el afecto no sexual, incluso cuando redescubren lo crucial que es para la relación, y para su propio bienestar. La comunicación es la clave. Si necesitas ayuda para negociar un horario, o si una diferencia de deseo crónica ha minado tu relación hasta el punto de no poder hablar del tema, consulta a un terapeuta sexual. Hablar con un profesional te ayudará a detectar los problemas y a resolverlos más rápidamente.